De luz y seda
Feliz día
Hoy debería ser tu primer abrazo,
tu primer beso,
la primera mano...
En la distancia me armo
de amor, cariño y sueño,
para ser al menos
tu primer pensamiento.
No hay distancia ni tiempo,
ni lluvia, ni día malo,
que siembre de niebla y hielo
este amor de luz que nos ha hallado,
Este mundo de seda nuestro
que solo tus ojos han labrado.
Hoy eres mi primer abrazo
el único pensamiento
que quiere ser pensado.
El primer beso,
el verbo donado
por un dios quedamente enamorado.
Aniversario
Entré en un sueño de tu mano
y la noche aun defiende nuestro abrazo.
Todo lo que sucede queda a un lado
en este treinta feliz que nos es dado...
Mi voz perdida
Bajo llave encerré mi voz perdida
y escuché quedamente tus silencios.
Mis ojos dejaron de mirar tu vida
y aprendieron a ver tus sentimientos.
Inmóvil camino paisajes prohibidos
que dan forma a tu oculta geografía.
Más allá del negro de tus ojos fijos
un volcán y una playa se adivinan.
Toda palabra es poca
Busco una palabra realmente nueva
para explicar al mundo este querer
que siento como único y me eleva
más allá del placer y el padecer.
No es humana pasión la que me lleva
a traspasar tus formas de mujer.
Por más que mi cabeza se subleva
este amor es más fuerte que mi ser.
Y si al fin eres tú quien me provoca
en el fondo del alma este temblor,
y un eco añil de Dios tu risa evoca,
más allá de tus ojos y tu boca
encontraré la clave de este amor
para el cual toda palabra es poca.
Cuando calle mi voz
"Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón
te seguirá hablando" (Rabindranath Tagore)
Es solo por ti que compulsivamente escribo.
Perviven intactos los sueños de juventud
pero el sol va alargando las sombras con su luz
y el tiempo va pesando en tu corazón y el mío.
Poco a poco, el mundo se reduce a nosotros,
como al principio de los días a ti debidos.
Tenemos la sabiduría de lo vivido
y la certeza de que los años son más cortos.
Y esta angustia vital del péndulo en la pared,
cada vez más plena y estampada de recuerdos...
Por eso es que siembro de poemas tu cuaderno,
sabedor de que habrán de llenarte alguna vez
de versos que vuelvan la voz a mi voz dormida
y el corazón a un corazón herido de ausencia,
si por una razón ordenó nuestra existencia
este Dios que un día permitió que fueras mía.
También que fuera yo tan de ti que me doliera...
Otros versos quedarán grabados en el viento
para poder regresar a ti como un aliento
que despierte viejos mares en tu piel de seda.
Cuando yo muera será eterna la soledad…
La voz de las estrellas, el abrazo cometa,
conocer el secreto del porqué de la tierra,
navegar el tiempo sin el precio de la edad,
saber el designio del Dios bueno justiciero,
no cubrirán el vacío que deje en mi alma
no poder amarte una vez más con esta calma
ni volver a escribir que te quiero en versos nuevos.
Hay días
Hay días que nacen torcidos
por el peso de las buenas intenciones.
Días en los que no hay paso
que no lleve un tropiezo aparejado,
un mal recuerdo, un miedo a cada lado.
Mañanas en las cuales el abrazo
oprime el corazón y los costados
y nacen las palabras temerosas
por si empeoran las cosas.
Pero incluso en esos días malos
la red de cariño tejida por los años
nos protege de todos los diablos,
nos preserva de todas las caídas,
y con el correr de las horas
restaura el orden preciso
que el amor concede en nuestras vidas.
Mi vida comienza en torno a ti
Mi vida comienza en torno a ti cada mañana
y muere en tu abrazo cuando todo es voz de luna.
Cuando la luz del día traspasa la ventana,
después de acariciar tus rosas una por una,
un arrebato vital expande mis pulmones
y quiero ser tu trigo, tu vino, tu aceituna.
Despierto para encontrarte en todas las canciones,
en el trino alegre de los pájaros poetas,
en la raíz primigenia de mis emociones.
Y salgo a recorrer avenidas y placetas,
a beber cada trago a que la vida me invite
sin miedo a la sentencia que dicten los planetas.
Si teniéndote conmigo acepto cada envite
que el hecho de la vida me pone por delante,
buscaré cada rincón donde la suerte habite
con la moral intacta del caballero andante...
Recibiré los golpes, lo sé. Pero tu nombre
hará que mi corazón regrese a lo importante:
Morir en ti por renacer hombre
Día de Todos los Santos
Si pasa alguna vez, por algún tiempo,
que envidiosa la muerte nos separa,
porque lo hará,
nada hallarás de mí en el cementerio.
Seré en tu corazón cada mañana,
que latirá
como el mío latió cada momento:
Bebiendo sorbo a sorbo tu mirada,
sin miedo al mar.
Espejo
A medida que tus años se desgranan ante mí,
el espejo inexorable se sincera en mi presencia
y responde a esas preguntas que yo nunca proferí.
No acepto que la juventud brille al final por ausencia,
ni recordar humillado la ley de la gravedad.
Mordí siempre la manzana respondiendo a mi querencia
y dejé a otros la ciencia de analizar la verdad.
Envejecer contigo fue mi máxima aspiración,
pero ahora te contemplo sin estragos de la edad...
Del espejo reclamo la mínima compasión
para no verme a tu lado más viejo y tan cansado
como efecto necesario de una cruel comparación.
En el fiel declive de la edad no me has acompañado.
La seda fragancia de tu piel, el brillo de tus ojos,
mantenían vivo el sueño que el espejo ha desangrado.
Van anidando los años sobre mis músculos flojos
mientras tú me regalas una perenne hermosura
que el espejo en la mañana me restriega sin enojos.
Y aunque el tiempo mi cuerpo no perdone, mi amor perdura.
Metáfora
Hay una metáfora escondida
en tu forma de querer
y no la encuentro.
Hay todo un poema
en ese de tu pelo el caer
y no me centro.
En el brillo de tus ojos
busco la rima perfecta
y en ripios me enredo
Esconde tu proporción
la ciencia métrica toda
y no descubro el secreto.
Y mientras corre el tiempo
en tu querer me pierdo,
en tu melena me encuentro,
de tus ojos me alimento
y en tus curvas me concentro.
Tarde o temprano saldrá el poema
a respirar el líquido elemento
del calor que congeló la pena
del vivir a dos este concierto.
Y no será una lira.
Y no será un soneto.
Que es libertad de romance
la de escribir en el viento,
la que protege la clave
y me escamotea el verso.
Y si la musa no llega
será por envidia y celos,
porque no la necesito
para escribir un te quiero.
En silencio me digo
En silencio me digo lo que escribo,
en silencio me dices lo que piensas,
en silencio las voces son extensas,
en silencio te veo y te percibo.
Rumor de tu mirada yo recibo
como el eco de dos llamas intensas.
Y cuando en el silencio tu alma tensas,
en silencio con versos te describo.
Silencios me rodean por doquier,
mas solo tu silencio me interesa
y solo tu silencio quiero leer.
Entre las voces mi palabra ilesa
poema silencioso quiere ser
para anidar en tu memoria presa.
En la suave caída de tu melena
En la suave caída de tu limpia melena
queda prisionera la mirada incorregible
del poeta sin verso a la caza de una pena...
Inclinas la cabeza y un concierto invisible
de sirenas sugerentes desborda los mares
con brillos encendidos... Es un canto inaudible
que llega al corazón y adormece los pesares.
Descansa tu melena con lánguida armonía
en el perfil que recorta el sol con tus andares
y mece en su brillo el último rayo del día.
En dulce vaivén de luz destila aristocracia
y un algo bohemio regala melancolía.
Tu simple girar del rostro descubre la gracia
que al mundo se asoma por el balcón de tus ojos
y los míos tu mirar sostienen con audacia.
Tu melena en cascada alumbra mis despojos
pues el dios de lo bello castiga a los poetas
que roban el verso donde moran sus antojos...
Con el suave caer de tu melena me retas
y apenas puedo otra cosa que caer de hinojos
con un verso maltratado y las voces quietas.
Estruendo de silencio
Estruendo de silencio
que como niebla llega,
que como niebla ciega,
que como niebla negra
tu adiós deja dentro
de mi cuerpo... Un tiempo
vacío se apodera
de todo en el planeta
si falta tu presencia.
Y solo en verte pienso.
Geometría
Construyo tu recuerdo con el aire que respiro,
y cada paso que doy me lleva hacia el reencuentro.
El tiempo es alternancia de ausencia y de presencia
y es huera la geometría si tú no eres el centro.
Los míos que tal pena no merecen
No hay eclipse de sol más orfanante
que la caída lenta y cadenciosa
de esos tus párpados que bajo losa
entierran de tus ojos el diamante
que ilumina mi vida por ti amante...
Queda mi vida oscura y temerosa.
Queda de tu luz mi alma deseosa,
atenta a que regrese en un instante
el brillo a tus pupilas infinitas.
Pero igual que los astros obedecen
a las leyes del Universo escritas,
tus párpados de seda se estremecen
sin pensar que al cerrarlos dinamitas
los míos que tal pena no merecen.
Yo vine a la vida para esperarte
Yo vine a la vida para esperarte
y en este endecasílabo se encierra
la única razón de todo el arte
que el vuelo de mi pluma deja en tierra.
No concibo más cosa que mirarte,
ya nazca el sol o ya la noche cierra.
Si pretendo otra cosa por mi parte
la musa con desdén mi verso entierra.
A la paz de un retrato me retiro
sujeto al contraluz de tu mirada,
ahogándome en el aire que respiro.
Si esperándote al fin no espero nada
y es tu foto lo único que miro,
abrigaré tu olor bajo la almohada.
Permanencia
Las historias que cerramos sin un fin cierto
tratarán de regresar a nos tarde o temprano
para depositar suavemente en nuestra mano
de hojas de calendario un gris cuaderno abierto.
Esos besos que no dimos,
los abrazos que no nacieron
de corazones jóvenes aunque cansados…
Las frases que no dijimos,
los halagos que no fluyeron
de la terca prisión de unos labios apretados,
semillas del pasado son y te anidaron
en la memoria emocional… en recovecos
donde viven aquellos “tal vez” que no acabaron
y las historias de adiós siembran sus flecos.
Germinarán para bien o para mal un día de estos
en que la voluntad ya no entienda de futuros.
¡Descansa el despertar de los viejos secretos
al arbitrio y azar de los hechizos puros…!
De luz y de seda las palabras
De luz y de seda las palabras
que nacen en el encuentro
de sílabas enamoradas.
De luz y seda labradas
revolotean adentro,
anidan en las miradas
y luz de vida regalan
a estos mis versos de seda
tus ojos donde recalan.
Los versos que se me escapan
en tu melena se enredan,
a nuestros corazones hablan,
y solo espero que vuelvan
si acogidos a tu almohada
en tus sueños se renuevan,
que palabras son y dejan
brillo de oro en tu mirada,
abrazos que nos esperan.
No me quedan versos nuevos...
No me quedan versos nuevos...
Rebuscando en los rotos bolsillos del alma
he resuelto por fin el misterio de aquel lápiz
carcomido a dentelladas de tanto medir sonetos
en los blancos espacios del cuaderno de álgebra.
Se debió deslizar alguna noche sin sueños
por los mismos forros podridos
que mis versos escondidos dejaron escapar.
Es lo que tiene dejar
que envejezca el alma sin recambios
ni remiendos al alba.
El caso es que ya no he versos añejos
para dotar el poema con ecos de juventud,
y no es hora de remendar el envés del alma
si ya no escondo versos en las esquinas
del corazón de mis amigos,
ni me enamoran los ojos que miran desde lejos,
llamada de las musas que habitan mundos quedos.
Escribo porque el alma sigue ahí,
hollada de otoños largos como romance de pastor
y rotos los bolsillos de tantos versos sin soneto,
aunque ya no me queden versos nuevos
para entonar canciones al amor que te profeso.
Escribo porque te quiero,
abandonado de metáforas,
abrigado apenas con el alma en ruina.
Escribo porque me lees,
y en tus ojos cobra vida todo aquello
que ya no expresan estos versos de prestado.
Escribo porque lo quieres,
o tal vez porque me quieres...
Porque otra cosa no sé hacer sino buscarte
detrás de cada esquina que doblo por la vida.
Escribo... ¿pero sabes?
todos los poemas me brotan otoñales
por haber dejado correr el tiempo,
que los bolsillos del alma se desgarren.
Me perderé...
Me perderé en el paisaje infinito de tus ojos
acostado en un banco de niebla
que oculte la realidad bajo mis pies.
Dejaré correr el tiempo poco a poco,
y será
tu respirar sobre la vela
el único vestigio de un después.
Más allá del verde sin fondo en tu mirada
la pesadez de mi cuerpo en abandono
se librará
de este entramado de sueños
que lo mantiene prisionero de tu alma...
No seré otra cosa que un corazón roto
y conforme en tus caprichos preso.
La niebla será
entonces pedestal
del amor que un día prometimos
sin el lastre de la carne y sus contornos
Libres al fin del tiempo y de un final
que solo desde el miedo percibimos
Y
que solo ha de ser escrito por nosotros.
Comentarios recientes